Coyolxauhqui es la diosa de la Luna, siendo considerada de gran
importancia por ser la opositora del Sol. A través de los códices y
crónicas, escritos en náhuatl y castellano, conocemos algunos mitos
relacionados con ella, entre los que se encuentra el del nacimiento de
Huitzilopochtli, el dios de la guerra.
Este relato comienza con la mágica concepción de
Huitzilopochtli. Coatlicue, su madre, hacía penitencia en el
Cerro de Coatepec (cerca de Tula), cuando encontró una bola de plumas
finas las cuales guardó en su pecho. Más tarde, al buscarlas y no
encontrarlas se sintió de inmediato encinta. Sus otros hijos,
Coyolxauhqui y los cuatrocientos surianos, decidieron dar muerte a su
madre. Huitzilopochtli, estando aún en su seno, la confortaba.
Guiados por Coyolxauhqui, los cuatrocientos surianos se lanzaron a dar
muerte a Coatlicue, y fue entonces cuando nació Huitzilopochtli, el
cual, ataviado con las insignias de guerra, cortó la cabeza de
Coyolxauhqui cuyo cuerpo rodó por el Cerro y se desmembró; persiguió
a los cuatrocientos surianos y también los venció.
Suele darse una interpretación simbólica a este mito:
Huitzilopochtli, representando al Sol, venció a Coyolxauhqui, la Luna,
y a sus cuatrocientos hermanos, las estrellas, creando así «el quinto
Sol» o era del mundo.
La piedra de Coyolxauhqui fue hallada el 21 de febrero de 1978,
durante las excavaciones del Templo Mayor, en la ciudad de
Méjico. Esta piedra está trabajada en un monolito de andesita de
forma casi circular, de 3,25 mts. de diámetro y con un peso de 8
toneladas, aproximadamente. Representa a una mujer decapitada y
desmembrada cuya cabeza, echada hacia atrás, lleva una banda sobre sus
mejillas de la que cuelgan cascabeles, siendo este detalle simbólico
del que proviene su nombre: «La de los cascabeles en la mejilla».
Lleva además orejeras de turquesa con símbolos solares. Su
pecho caído y los pliegues de su vientre nos indican que es una mujer
mayor. En los brazos, piernas y cintura lleva ataduras de serpientes; en
las extremidades superiores e inferiores mascarones o garras,
representando los puntos de fuerza, movimiento y energía, puntos que
influyen en la tierra para el crecimiento de las plantas, el movimiento
de las aguas y la fertilidad de las mujeres. La serpiente y el
cráneo anudados a su cintura simbolizan la vida y la muerte, la
dualidad. De sus extremidades sobresalen las cabezas de los húmeros y
fémures, y de aquí las gotas de sangre preciosa que están adornadas
con piedras finas.
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