Este cuchillo con mango de serpiente era uno de los que se utilizaban
para los sacrificios. El sentido del sacrificio para los mayas, como
para otros pueblos -incluidos los cristianos-, era elevar la conciencia
de lo material a lo espiritual, superando los propios límites a través
de la renunciación de todo aquello que cierra el paso a la
conciencia. El sacrificio tiene como sujeto ante todo a sí
mismo. No obstante, la caída moral, como sucedió en Europa,
lleva a aplicarlo sobre otros, como expiación de las propias faltas.
Los cuchillos de sacrificios eran guardados con los ídolos en los
altares, y eran considerados las «manos de Dios». Los sacerdotes
que se ocupaban específicamente de los sacrificios eran los Nacones,
y eran asistidos por los Chaques.
El material más utilizado por los mayas para este tipo de cuchillos
era la obsidiana, por ser este un mineral volcánico de gran dureza y
resistencia, y por el halo mágico que desprende. También
utilizaban sílex y pedernal a pesar de que ésta es una piedra recia
que no permite un afilado muy fino.
El cuchillo original del cual vemos aquí una réplica procede
probablemente de Chichén Itzá, antigua ciudad maya en cuyo Cenote de
los Sacrificios (Chen-kú o Cenote Sagrado) se han encontrado
gran cantidad de restos arqueológicos. Este Cenote es un
impresionante estanque profundo de 30 mts. de diámetro, agua verde, y
paredes casi verticales, en medio de la espesura del bosque, que fue
utilizado por los mayas con fines rituales. En uno de los dragados
del fondo, se encontró un cuchillo similar a éste, con el mango
formado por dos serpientes entrelazadas y en posición opuesta, una de
cuyas cabezas agarra la cuchilla con la boca, y la otra sirve de tope al
extremo del mango. Dicho cuchillo se encuentra en el Museo
Peabody, Harvard University. |