A finales de los años cuarenta de este siglo, al sur de Veracruz, a
lo largo de la costa del Golfo de México, se desenterraron algunas
formidables cabezas de piedra y basalto que hasta entonces habían
permanecido ocultas, siendo las más sensacionales las gigantescas
cabezas de Tres Zapotes y La Venta. Se abrió así, de un solo
golpe, la puerta de la Historia para la más enigmática civilización
del México antiguo: la de los pueblos olmecas.
La cultura olmeca es fundamental por haber sido una cultura madre,
origen de otras como la Maya, la Teotihuacana, la Zapoteca, la del
Tajín...
Cada una de estas cabezas es totalmente diferente en facciones y
expresión a las demás. Esta, de cerca de tres metros de altura y
varias toneladas de peso, tiene un aspecto grave, una mirada profunda,
como corresponde a un sacerdote de gran vida interior, que es a quien
los investigadores atribuyen la imagen.
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