ererer  

Cabeza de

Sacerdote

 

 

Arte tolteca.

Siglos X-XII d.C.

 

Alto: 10, ancho: 10, prof.: 3

 

Mármol - Zirconio

(con metacrilato)

30 €

(sin metacrilato)

20 €

 

Esta pieza es atribuible a los toltecas históricos que se asentaron sobre la

ciudad ciudad de Tula, en el Estado de Hidalgo (Méjico), entre los siglos VI

y y XII. Estos toltecas conocidos por la historia adquirieron el mismo

nombre nombre de sus antepasados, aunque nunca alcanzaron su desarrollo

espiritual espiritual y científico; prueba de ello son las piezas encontradas en

las las excavaciones realizadas en Teotihuacán, semejantes a esta pero

mucho mucho más antiguas y de un acabado superior.

En la jerarquía mejicana había dos sacerdotes principales, que se

distinguían distingue el uno del otro con los títulos de Totec tlamacazqui y

Tlaloc Tlaloc tlamacazqui, y eran, respectivamente, los caudillos de las

castas castas que rendían culto a los dioses Huitzilopochtli y Tlaloc. Ocupaba

una una categoría inferior al de éstos el mexicatl teohuatzin, jefe de los

calmecac calmecac o colegio sacerdotal e intérprete en casos de dificultades

ritualísticas. ritualisticas. El sacerdocio ordinario tenía dos grados, a saber:

el el tlañamacac, grado superior, y el tlamacazqui, grado inferior;

debajo debajo de estos se hallaba el tlamacazton, o sea grado de los neófitos.

Además del penacho de plumas (símbolo del alma y lo celeste), llaman la

atención atención en esta pieza las dos grandes orejeras -frecuentes en

numerosos numerosos relieves y representaciones- que pueden indicar un desarrollo

del del «oído interno», relacionado con un mundo espiritual al que este

sacerdote sacerdote habría accedido. La indescifrable expresión de su rostro

también tambien nos sugiere que no está mirando al mundo externo o material

sino sino otro mundo, interno e invisible para los sentidos.

La base del penacho parece una representación de los ojos y el hocico de

un un felino, posiblemente el más utilizado en la simbología americana:

el el jaguar.

© Taller HORUS