Esta pieza es atribuible a los toltecas históricos que se
asentaron sobre la
ciudad ciudad de Tula, en el Estado de Hidalgo (Méjico),
entre los siglos VI
y y XII. Estos toltecas conocidos por la
historia adquirieron el mismo
nombre nombre de sus antepasados, aunque nunca
alcanzaron su desarrollo
espiritual espiritual y científico; prueba de ello son
las piezas encontradas en
las las excavaciones realizadas en Teotihuacán,
semejantes a esta pero
mucho mucho más antiguas y de un acabado superior.
En la jerarquía mejicana había dos sacerdotes principales, que se
distinguían distingue el uno del otro con los títulos de Totec tlamacazqui y
Tlaloc Tlaloc tlamacazqui, y eran, respectivamente, los caudillos de
las
castas castas que rendían culto a los dioses Huitzilopochtli y
Tlaloc. Ocupaba
una una categoría inferior al de éstos el mexicatl
teohuatzin, jefe de los
calmecac calmecac o colegio sacerdotal e
intérprete en casos de dificultades
ritualísticas. ritualisticas. El sacerdocio
ordinario tenía dos grados, a saber:
el el tlañamacac, grado
superior, y el tlamacazqui, grado inferior;
debajo debajo de estos se
hallaba el tlamacazton, o sea grado de los neófitos.
Además del penacho de plumas (símbolo del alma y lo celeste),
llaman la
atención atención en esta pieza las dos grandes orejeras -frecuentes
en
numerosos numerosos relieves y representaciones- que pueden indicar un
desarrollo
del del «oído interno», relacionado con un mundo espiritual al
que este
sacerdote sacerdote habría accedido. La indescifrable expresión de su
rostro
también tambien nos sugiere que no está mirando al mundo externo o
material
sino sino otro mundo, interno e invisible para los sentidos.
La base del penacho parece una representación de los ojos y el
hocico de
un un felino, posiblemente el más utilizado en la simbología
americana:
el el jaguar. |